[...] Afincado en Zaragoza [Juan Miguel Orliens] desde el año 1598 hasta 1623, lo que se ha venido conociendo como la etapa aragonesa del escultor, su actividad previa a su llegada a tierras valencianas es amplísima (11. La gran actividad de Orliens previa a su presencia en tierras valencianas se desarrolló, principalmente, en su ciudad natal, Huesca, y en Zaragoza, teniendo como eje geográfico principal el valle del Jiloca. Retablos como el de San Pedro de la iglesia de Blancas (1613-1616), muy relacionado con el de la Cartuja de Valldecrist, el de San Martín del Río, (1613), el de la iglesia de Used (anterior a 1625), el de Nuestra Señora de los Angeles del convento de San Francisco de Zaragoza (1617) o el de San Pedro de la iglesia de Albalate (1619)).
No obstante, anterior a su presencia concreta en área segorbina, realizó sendos trabajos en territorios muy cercanos y, de alguna manera, muy vinculados a geográficamente a la diócesis, como el caso de la talla del retablo de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia parroquial de Rubielos de Mora (1623), concertado por la suma de 8000 sueldos jaqueses (12. BORRÁS GUALIS, G. Juan Miguel Orliens y la escultura romanista en Aragón, Zaragoza, 1980), seguramente con la mediación, tal y como ha destacado Arciniega, del mercader Lázaro del Mor, receptor de la Inquisición de Valencia y procurador del convento de San Ignacio de Loyola de Rubielos (13. Su condición de Receptor de la Inquisición de Valencia puede significar sendas cosas, o bien que sea receptor de bienes secuestrados o de penas y derechos).
Esta obra, muy próxima estilísticamente al proceder escultórico de la última época de actividad de Juan Miguel Orliens, tenida en cuenta su cronología, y muy conocida por la historiografía, fue en su mayor parte, pasto de las llamas en julio de 1936. Pero, a pesar de la destrucción casi completa de su conjunto, la conservación de fragmentos inéditos permite un análisis comparativo que aporta datos más precisos para el conocimiento de la producción propia del artista. Desconociéndose imagen fotográfica alguna de su arquitectura original, el Museu de Belles Arts de Castelló guarda (no inventario 2. 983) un relieve en mal estado de conservación (132 x 87 cm), que por tradición oral, pues no se conserva documentación alguna, se dice procede de la zona limítrofe con Aragón, que muestra la temática iconográfica de la Virgen ofreciendo el Rosario a Santa Catalina de Alejandría y a otra santa no identificada, que bien podría pertenecer al mencionado retablo de Nuestra Señora del Rosario de la iglesia parroquial de Rubielos de Mora, de donde se sabe fueron trasladados a la capital de La Plana, en periodo de guerra, diversas obras. No obstante, testimonios recientes que pudieron apreciar el retablo in situ antes de la guerra civil española de 1936 y estuvieron presentes durante su destrucción, en julio del mismo año, han reconocido la pieza como parte integrante del mismo, ubicada en la parte derecha del banco, flanqueando una hornacina central en la que se ubicaba una imagen de bulto, desaparecida, de la Dormición de la Virgen (14. Ubicado en la segunda capilla del lado de la Epístola, en la actual capilla del Sagrado Corazón de Jesús, la obra muestra rastros evidentes de diversos daños producidos por la acción del fuego, sobre todo visibles, en gran medida, en el reyerso de la pieza. Todo ello parece indicar que dicha obra fue salvada directamente, de alguna manera que desconocemos, de las llamas de la gran hoguera formada en aquellos días de julio de 1936 frente a la porrada principal del templo, en la plaza de la Sombra, siendo recuperada por los miembros de la Junta de Recuperación del Patrimonio Artístico y depositada, posteriormente, en los almacenes del Museo de Castellón).
La obra plantea una escena de figuras fieles a la representación de los estereotipos propios creados por el maestro aragonés, situadas en un espacio compositivo de líneas diagonales inmerso en un fondo celeste de nubes, la pieza, técnicamente, permite apreciar perfectamente su metodología de trabajo. No tratándose de bloques vaciados, su labor se desarrolla en base a la talla de cada una de las partes de la escena por separado, discerniendo los elementos en altorrelieve de los fondos, luego ensambladas mediante cuñas encoladas, sobreponiendo las diversas secciones para ocultar los encuentros. [...]
Del artículo: MONTOLÍO TORÁN, D. y OLUCHA MONTINS, F., "El retablo mayor de la Cartuja de Valldecrist de Juan Miguel Orliens. Nuevas aportaciones al conocimiento de la escultura y los maestros romanistas en tierras de la antigua diócesis de Segorbe, Actas del Congreso Internacional sobre las Cartujas Valencianas, 2004, pp. 258-259.